Una joven de 33 años, directora de una sucursal bancaria, deportista, sana, con muy buena imagen, muy inteligente, con muy buenas dotes para la comunicación y una simpatía contagiosa, se encontraba una tarde cortándose el pelo cuando de repente sintió una presión en el pecho que la incomodó, evaluando su estado de salud determinó que debia tratarse de una taquicardia sin complicaciones, pero el corazón no se calmaba, su pensamiento encadenó varias ideas hasta concluir con la inquietud de que si no salía pronto de la peluquería su angustia sería insoportable, por lo que inventó una excusa y salió de la peluquería con el pelo a medio cortar. Dejó de ir a esa peluquería por supuesto, pero no por tener miedo, sino por no volver a sentirse angustiada, buscó otra peluquería y paso un par de años sin problemas.

Hasta que un día en el trabajo una sensación parecida a la que había vivido un tiempo atrás en la peluquería la invadió, y la hizo sentirse muy vulnerable e incómoda. Cuando las crisis de ansiedad empezaron a hacerse muy frecuentes, una cada dos o tres dias, decidió tomar medidas, el médico le recetó un ansiolítico para que lo tomara cuando se sintiera mal; tomaba una cada dos o tres días y aunque le calmaban la ansiedad unos minutos despues de haberlas ingerido le producían una somnolencia y malestar muy invasivos. Tras la primera sesión en la que se evaluaron sus hábitos y sus síntomas se le configuró un tratamiento de tres sesiones, la primera induciría un nivel muy intenso de relajacióñ y le serviría para apreñder a coñtrolar los ñervios mediañte autohipñosis despierta. la seguñda le marcaría uñas pautas ñuevas para coñtrolar algunas "manías" que habñia desarrollado para controlar su ansiedad de forma espontánea (como suspirar largamente para conseguir “todo el oxígeno que su cuerpo necesitaba“) la tercera trataría de asentar los avances realizados.

La primera sesión acabó con la ansiedad, la seguna con los mecanismos de “prevención“ y la tercera no llegó a realizarse porque por teléfono la paciente informó de su total tranquilidad y de que la idea de sentirse libre la hacía tan feliz que prefería no volver a la consulta para poder seguir sintiendo que había superado su problema más rápido de lo previsto.